"Reflections of the Soul", Santiago Tostado nos confronta con una obra que trasciende lo convencional, jugando con la luz y la sombra para revelar y esconder, no solo un rostro, sino una verdad profunda sobre la naturaleza humana. El lienzo, cubierto por terciopelo, se convierte en un espejo oscuro del ser interior, un espacio donde el rostro humano emerge y desaparece, dependiendo de cómo la luz lo toque. No es solo una obra estática, sino una experiencia visual que invita al espectador a moverse, a buscar la verdad oculta en los pliegues de lo que parece a simple vista.

El rostro, con su mirada fija, observa al espectador desde la profundidad de la tela, estableciendo una conexión enigmática y perturbadora. Esta mirada parece mirar más allá de lo que somos capaces de percibir, como si no estuviera interesada en lo superficial, sino en aquello que yace debajo de nuestras máscaras cotidianas. El rostro no se revela fácilmente, y es en este acto de ocultamiento y revelación donde la obra encuentra su fuerza. El movimiento del espectador frente a la obra se convierte en una metáfora de nuestra búsqueda constante de comprensión, tanto de nosotros mismos como de los demás.

Tostado utiliza el medio para profundizar en la complejidad de la identidad y el misterio que rodea a nuestra verdadera esencia. El terciopelo, con su capacidad de cambiar de tono y forma según el ángulo, refleja cómo nunca mostramos completamente quiénes somos; solo quienes nos observan desde una perspectiva específica, en el momento adecuado, pueden vislumbrar esa verdad oculta. La obra sugiere que lo que proyectamos al mundo es solo una sombra de lo que

realmente somos, y que nuestras verdades más profundas se revelan solo
a aquellos dispuestos a moverse, a mirar desde diferentes ángulos y a
dejar que la luz ilumine aquello que normalmente permanece en la
penumbra.
En este sentido, "Reflections of the Soul" es una exploración poética sobre
la dualidad entre la apariencia y la esencia, entre lo que somos y lo que
permitimos que los demás vean. Es una invitación a la introspección, a
reflexionar sobre las capas que nos conforman y sobre las complejidades
de la percepción humana. Tostado, fiel a su estilo, no ofrece respuestas
fáciles, sino que nos desafía a adentrarnos en este juego de luces y
sombras para descubrir qué es lo que realmente se refleja en el alma.